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Dibujos con un mensaje oculto

La artista de origen cubano Eilyn Pérez Amores protagoniza la nueva muestra de Desván Blanco Espacio Cultural con Umbral, una propuesta que podrá visitarse hasta el próximo 10 de febrero. Dibujos en blanco y negro de diferentes formatos protagonizan esta propuesta en la que el público adquiere un papel activo puesto que es el encargado de interpretar las imágenes y descubrir algunos de los secretos que albergan. Pérez Amores nació en Cuba pero desde hace años reside en Canarias donde ha dado a conocer su propuesta artística a través de numerosas exhibiciones individuales y colectivas que ha protagonizado en el Archipiélago.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de la Laguna (ULL), también es técnico medio en la Especialidad Dibujo y Grabado y profesora por la Escuela de Arte de San Alejandro, en su Cuba natal. Comenzó a pintar cuando aún era muy pequeña, en La Habana, y siempre se ha centrado, precisamente, en el dibujo, una técnica que desarrolla con pocos elementos, tan solo los esenciales, y a los que nunca les pone título porque le gusta que el público se apodere de ellos y los interprete.

Toda la obra de Pérez Amores nace de una primera experiencia, suceso o situación que siente la necesidad de registrar, aunque reduciendo todo a los elementos esenciales del dibujo, como son la línea y el plano y el blanco y negro para, al mismo tiempo, lograr expresar múltiples ideas. Así, los trabajos que se pueden ver ahora en Desván Blanco «son parte de la necesidad de comunicar algo personal, pero también de explorar la historia en la que vivimos», afirma la autora, a quien le gusta relatar sucesos a través de la figura y su escenario íntimo. De este modo, la creadora ubica al personaje en un fondo que no solo lo contextualiza, sino que también es protagonista en sí mismo. «Cada obra refleja un testimonio, una historia que, me gusta pensar, el espectador puede hacer suya, apropiársela y evocar para sí mismo cualquier idea», añade Pérez Amores. Pero ante todo esta muestra es un reflejo del propio aprendizaje que ha llevado a cabo la creadora a lo largo de su vida y de su carrera artística: «Es parte de lo que me rodea. Una puerta que entreabre el camino, interviniendo el espacio y la vivencia del otro».

Patricia Ginovés. Periodista. Periódico El Día (Enero 2024) 

Mi admirada y estimada Eilyn.., el otro día durante la presentación de tu exposición de dibujos en "El Desván Blanco. Espacio Cultural", bajo el polisémico título de Umbral, desde los primeros desparrames visuales se me antojó que contemplaba la versátil y acomodaticia sensación del "absoluto" en la insignificancia del ser humano, que me poseyó y se adueñaba de mis percepciones.., en una silueta siempre minia, empequeñecida más si cabe por el vacío llenado con una dispuesta geometría existencial y a su vez sugerida, ¡y asistida!, por el concurso y la apariencia de una ectoplasmática "materia oscura", jaspeada de grises sugerentes que cuando agudizaba la atención óptica se asemejaban a las ascuas apenas chisporroteantes de un fuego, que nunca acaba de extinguirse pero que posiblemente servirían al propósito de un motivado piromante para deshacerse del presente y ver otras dimensiones.., ¡y ahí!, en este punto de la revelación, entonces se me "hipertextualizaron" tus propuestas, con lo que supongo de todo y no sé, con certeza.., de nada...Son los cuatro elementos de este Cosmos que nos muestras y que es cordura interrogativa.., la diminuta figura, la materia oscura-gris jaspeada, la geometría existencial y el blanco o el negro con el que cada espectador culminará la determinante e inexorable interpretación simbólica de esta sabia mezcla, de este totalitario cóctel, sólo superable por los grandes confeccionadores de permutaciones, variaciones y combinaciones partiendo de los cuatro considerandos "entresijados", los que capacitan a la artista para ser artífice de los engramas simbólicos, los que siempre son parte de infinitos escenarios y darán lugar a innumerables representaciones.

Tito Manganell. Profesor Catedrático del Instituto de Santa Cruz de Tenerife (enero 2024)

No somos nadie

Cuando me acerco al trabajo de Eilyn Amores experimento algo similar a lo me sucede siempre que vuelvo a alongarme por el balcón de mi noveno piso: vértigo. Supuestamente, el vértigo no es el miedo a caer de forma accidental, sino un mecanismo mental que pone en marcha el cerebro para impedirte que, ante la tentativa, decidas experimentar qué se siente al caer desde una gran altura. El vértigo es una suerte de resistencia, un estado limítrofe entre la cordura y la sensatez racional y el impulso inmediato que no tiene en cuenta las consecuencias fatídicas.

Muchas personas estamos en ese estado de resistencia en nuestra vida más de lo que creemos. Especialmente las personas que habitamos diariamente distintos "umbrales" de representación y significación cultural en sociedades donde triunfan -alarmantemente- discursos de segregación por cuestión de género, racialidad o cualquier otra dimensión identitaria determinada por el privilegio o la opresión.

Estos umbrales son lugares fronterizos del ser, una suerte de limbo epistémico que nos hace replantearnos constantemente nuestra propia presencia en el mundo. Con su serie Torii, Eilyn Amores conecta con una tradición propia de la Historia del Arte y es la representación de la inmensidad y del instante en el que tanto el sujeto representado en la escena como quien contempla el cuadro, experimentan el vértigo que produce asumir nuestro diminuto "tamaño" en un total inmenso y desbordante. Ejemplo de ello es el famoso caminante que contempla, de espaldas al espectador/a, un gigantesco mar de nubes que Friedrich pintó a comienzos del
siglo XIX. Sin embargo, en la obra de Amores la idea del umbral está mucho más explícita gracias a límites definidos, formas geométricas, vacíos, muros, agujeros y torres que habitan esos diminutos seres solitarios

Así pues, "Umbral" es una propuesta artística que reflexiona en torno a la idea de lo limítrofe, especialmente visto desde un sentido psicológico o espiritual, para cuestionar lo incuestionable, lo absoluto, lo que consideramos verdadero y, por lo tanto, sobre lo que sostenemos nuestra diminuta existencia como seres humanos. ¿Somos capaces de asumir que la vida es un estado permanente de resistencia entre distintas mfuerzas que nos empujan a actuar de una forma o de otra? ¿O por el contrario preferimos mantener la ilusión de que lo conocemos todo del todo y, por lo tanto, no existen más umbrales que abrir y traspasar? Sea cual sea la pregunta, no puedo evitar acordarme, volviéndome a alongar al balcón de mi noveno piso, de aquello que decían mucho los viejos de mi pueblo: "no somos nadie"

Daniasa Curbelo. Artista e investigadora multidisciplinar (diciembre 2023)


La cimbreante y meditativa línea de Amores

La añoranza a una era perdida enriquece mis pasos, parten en gran medida de aquel pasillo «conventual» poblado de nómadas ocultos de un Caribe calcinante. Me llegan voces de una pintoresca tribu defendiendo un fuerte de mármol de Carrara en el patio trasero de la academia. Los estrambóticos juegos marciales, sueños difusos y libertades incipientes, un hogar artístico antiguo, legendario; San Alejandro, la cálida sombra que cobijó nuestra creatividad, alternando la mala poesía y cuchicheos trascendentales con lo académico como contrapeso a nuestra rebeldía.

Las Amores, dos hermanas de casi igual aspecto, probablemente trastocadas de esas musas de escayola que nos servían de modelo, otorgaban a nuestra comunidad artística esa delicadeza y necesario contrapunto a la militancia, intentaban que adoptáramos a todo felino coqueto u horroroso que se perdía por Marianao, convertidas en el catalizador fraternal entre creadores dispares y creo, sin pecar de amistad, que lo consiguieron en gran medida.

Ahora, en agradecimiento a tanta comprensión y ternura regalada a todos los que estuvimos y estamos cerca, escribo estas líneas a Eilyn Amores y su obra madura, digamos mejor «pintona».

Atado a un cabo la línea parte de un punto de donde acometes un viaje interior monocromático, tomas aliento y expiras en un suave ritmo continuo, y con un solo trazo orgánico estructuras no solo una obra si no el conjunto de ella, como un hilo de vida. El homo sapiens es minúsculo, un punto en la montaña; de fondo escucho Gymnopédies de Satie, no das pistas al no titular tus creaciones, pero sigo embriagado por el sendero que marcan tu mano y la tinta china con la que acaricias la celulosa. Qué mira, qué espera, por qué la soledad y la inmensidad, —la busca, la desea—, nadas entre el mundo visible y el invisible, te dejas llevar hacia la creación y la nada; la masa negra es la raíz o la atalaya. Sigo escuchando a Satie, cuántas preguntas. Respiro, me sereno, tomo aliento y sigo tu línea. La soledad o insignificancia ante el universo del cual somos dioses mediocres. Juegas con la pesada Luna, símbolo de lo sobrenatural. Sentado sobre el mundo se siente el vértigo y la caída, la pausa, ¿Cuánto queda por llegar a ese sueño?, ¿o ya estamos en él? Un largo sendero de soledades y dos faros conectados por la luz de lo inalcanzable. Dos seres en tierras distantes separados por un abisal océano, ¿es el reflejo de una vida pasada?, es pesado el tiempo, lento, muy lento… pero raudo. En el formato extremo, que recuerda al grabado japonés, dibujas a un tempo constante acorde con tu respiración, dando la sensación de verticalidad, de profunda caída o inmensidad. Malabarismos del homo sapiens sobre un Torii, en la entrada a lo intangible, quedando entre dos mundos. Vuelvo a escuchar Gymnopédies para navegar sobre el delgado hilo sin fin que nos ofreces; respiro y veo tus gotas vitales encarnadas en la tinta de tus dibujos, testimonio de tu constante búsqueda o espera del Todo.

Roberto Carril Bustamante. Artista plástico. (junio 2021)


Eilyn Amores muestra en su trabajo el reto de figuras infinitamente pequeñas que se enfrentan a realidades colosales, lo que produce vértigo, zozobra en el espectador. Sus personajes ínfimos se hallan perdidos en la inmensidad, buscan asideros donde apoyarse y encontrar cobijo. Estos personajes nos hablan de la distancia que nos separa, de la dificultad para acercarnos, incomunicados por profundos abismos, oprimidos por bloques gigantescos que flotan sobre nuestras cabezas y que en cualquier momento pueden aplastarnos, Metáfora viva de nuestro vacío y del deseo de alcanzar a otros que puedan acompañarnos para no perdernos en la desolación.

Enrique Lite Otazo. Escritor. (marzo 2019)


Eilyn Amores © 2001
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