- Textos-
LA TRAMA
La mejor de todas las vidas es la de una ocupada soledad
Voltaire
Siempre que me acerco al trabajo de un artista que muestra su obra públicamente lo hago desde un goce íntimo. Planteada la oportunidad de permitirme sentir y recorrer libremente con curiosidad el proyecto expositivo diseñado para la ocasión. Mi sorpresa fue grande el día que descubrí el mundo creativo de Eylin Amores en su última exposición "Umbral" en el espacio Desván Blanco.
Desde el primer momento sus cuadros me arrebataron la atención por su potencia visual reposada en una quietud y sencillez; me transmitían una calma armónica frente al frenesí que nos rodea y a veces arrolla. Cada uno de ellos proponía un camino, una dirección, que en mi caso decidí que fuera hacia dentro, donde espacios abismales eran transitados por individuos minúsculos que tenían el desafío de no perecer en los oscuros paisajes abstractos que la artista había dibujado con los elementos mínimos de la expresión visual (el punto, la línea y el plano) para lograr expresar diversas ideas.
El nuevo trabajo de Eilyn, "El corazón de nadie" impacta de forma misteriosa, inefable. Presenta con su exquisita finura y en diferentes composiciones sus tres realidades: la densidad, el espacio humano y la trama. Los seres humanos que habitan la obra viven en un espacio blanco y neutro, en diferentes actitudes y entre dos grandes mundos que acuño como densidad y trama. Ambos construyen la dualidad pura en imágenes: solidez y ligereza, contundencia y vaporosidad… Es así como sus seres, en perfecta alegoría de nuestra humanidad, se debaten en sus diferentes posturas entre el mundo de la forma y de la no forma. Descansan, generalmente en la solidez de la materia, para contemplar el Universo de la Potencialidad, una especie de plasmación del "orden implicado" de David Bohm. Helas aquí, las tramas poderosas y obsesivas de Amores, tan características de su obra. Quizá ni ella misma intuya, que la urdimbre de sus trazos podrían mágicamente reconfigurarse hacia cualquier forma, para representar lo que ese humano busca, ama, sueña o teme. La soledad acompaña a sus seres, teñida de silencio en su espacio blanco circundante, es el caldo de cultivo para que la creatividad de nuestro cerebro despliegue ese mundo de posibilidades que plantea el arte.
VALKARZE. Artista y Divulgadora de Arte. Santa Cruz de Tenerife, octubre 2024
La artista Eilyn Amores llega al García Sanabria para exponer un centenar de recuerdos de extraños
Algo ajeno que se convierte en íntimo a través de la pintura. Ese ha sido el proceso que ha llevado a cabo la pintora cubano canaria Eilyn Amores para dar forma a su última propuesta pictórica. El corazón de nadie. 100 recuerdos no fotografiados es el nombre de su nueva exposición, que se podrá visitar hasta el próximo 15 de diciembre en la sala de exposiciones del Parque García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife. Esta propuesta, que se mueve entre lo colectivo y lo íntimo, crea imágenes representativas que trabajan la identidad y lo simbólico, a través de un lenguaje personal que descubre una delicada laboriosidad artística, algo a lo que la artista tiene más que acostumbrado a su público.
Así, Eilyn Amores es una experta artista que trabaja con tinta china sobre papel, aunque en esta ocasión se ha decantado por el lienzo, tanto de gran formato como de dimensiones más pequeñas. En este caso, se trata de un montaje participativo que supone la primera muestra individual de la artista cubano canaria en la sala de exposiciones del Parque García Sanabria. Llega con una propuesta realizada ex profeso para este espacio, el más grande en el que ha mostrado su obra hasta el momento, y eso es algo que la ha puesto muy nerviosa en las jornadas previas a la inauguración. No obstante, destaca la ilusión con la que afronta este proyecto recién inaugurado en «una sala tan céntrica, y que me puede ofrecer tantas oportunidades», reflexiona.
Al contrario que su proyecto anterior, Eilyn Amores explica que El corazón de nadie «surge de una idea ajena a mí». «He recorrido la Isla haciendo preguntas a gente que no conozco de nada para que me cuenten algún recuerdo personal y, a partir de esas historias, he creado la obra». De este modo, la pintora asegura que se trata de una exposición colectiva, en cierto sentido: «Las ideas no han sido mías, aunque yo las he plasmado en los cuadros»
En total, ha dado forma a un centenar de pequeñas obras que conforman un mural. A esta pieza se suman algunos cuadros de mayor formato que surgen también de esos recuerdos reunidos a lo largo del último año por la creadora en diferentes rincones de la Isla, donde ha hablado con niños, adultos y mayores, tanto locales como turistas. «Me gusta pensar que se trata de una mezcla entre lo colectivo y lo más personal y a lo que se sumará, además, la percepción del público que visite la muestra y que creará su propia historia», relata Eilyn Amores, quien añade que las piezas no tienen el título visible, para que de este modo los espectadores no sepan de qué recuerdos se trata y puedan dar forma a su propia historia al contemplar las creaciones de la pintora.
Amores explica que la idea para llevar a cabo esta exposición surgió hace algo más de un año tras una charla con su grupo de amigos: «Nos gusta mucho recordar el pasado porque somos muy nostálgicos. Creo que eso es algo inevitable en un grupo formado sobre todo por migrantes, y cada vez que nos reunimos hablamos de vivencias pasadas, pero también creo que podemos llegar a saturarnos de nuestros propios recuerdos porque uno se repite sin querer». Fue de esa manera como se le ocurrió enriquecerse con las historias de personas a las que no conoce. Así, durante sus encuentros con estos individuos Eilyn Amores tan solo solicitaba que le escribieran una pequeña descripción del recuerdo, que más tarde ella leía en privado para comenzar a trabajar en sus creaciones.
Patricia Ginovés. Santa Cruz de Tenerife 18 NOV 2024
Dibujos con un mensaje oculto
La artista de origen cubano Eilyn Pérez Amores protagoniza la nueva muestra de Desván Blanco Espacio Cultural con Umbral, una propuesta que podrá visitarse hasta el próximo 10 de febrero. Dibujos en blanco y negro de diferentes formatos protagonizan esta propuesta en la que el público adquiere un papel activo puesto que es el encargado de interpretar las imágenes y descubrir algunos de los secretos que albergan. Pérez Amores nació en Cuba pero desde hace años reside en Canarias donde ha dado a conocer su propuesta artística a través de numerosas exhibiciones individuales y colectivas que ha protagonizado en el Archipiélago.
Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de la Laguna (ULL), también es técnico medio en la Especialidad Dibujo y Grabado y profesora por la Escuela de Arte de San Alejandro, en su Cuba natal. Comenzó a pintar cuando aún era muy pequeña, en La Habana, y siempre se ha centrado, precisamente, en el dibujo, una técnica que desarrolla con pocos elementos, tan solo los esenciales, y a los que nunca les pone título porque le gusta que el público se apodere de ellos y los interprete.
Toda la obra de Pérez Amores nace de una primera experiencia, suceso o situación que siente la necesidad de registrar, aunque reduciendo todo a los elementos esenciales del dibujo, como son la línea y el plano y el blanco y negro para, al mismo tiempo, lograr expresar múltiples ideas. Así, los trabajos que se pueden ver ahora en Desván Blanco «son parte de la necesidad de comunicar algo personal, pero también de explorar la historia en la que vivimos», afirma la autora, a quien le gusta relatar sucesos a través de la figura y su escenario íntimo. De este modo, la creadora ubica al personaje en un fondo que no solo lo contextualiza, sino que también es protagonista en sí mismo. «Cada obra refleja un testimonio, una historia que, me gusta pensar, el espectador puede hacer suya, apropiársela y evocar para sí mismo cualquier idea», añade Pérez Amores. Pero ante todo esta muestra es un reflejo del propio aprendizaje que ha llevado a cabo la creadora a lo largo de su vida y de su carrera artística: «Es parte de lo que me rodea. Una puerta que entreabre el camino, interviniendo el espacio y la vivencia del otro».
Patricia Ginovés. Periodista. Periódico El Día (Enero 2024)
Mi admirada y estimada Eilyn.., el otro día durante la presentación de tu exposición de dibujos en "El Desván Blanco. Espacio Cultural", bajo el polisémico título de Umbral, desde los primeros desparrames visuales se me antojó que contemplaba la versátil y acomodaticia sensación del "absoluto" en la insignificancia del ser humano, que me poseyó y se adueñaba de mis percepciones.., en una silueta siempre minia, empequeñecida más si cabe por el vacío llenado con una dispuesta geometría existencial y a su vez sugerida, ¡y asistida!, por el concurso y la apariencia de una ectoplasmática "materia oscura", jaspeada de grises sugerentes que cuando agudizaba la atención óptica se asemejaban a las ascuas apenas chisporroteantes de un fuego, que nunca acaba de extinguirse pero que posiblemente servirían al propósito de un motivado piromante para deshacerse del presente y ver otras dimensiones.., ¡y ahí!, en este punto de la revelación, entonces se me "hipertextualizaron" tus propuestas, con lo que supongo de todo y no sé, con certeza.., de nada...Son los cuatro elementos de este Cosmos que nos muestras y que es cordura interrogativa.., la diminuta figura, la materia oscura-gris jaspeada, la geometría existencial y el blanco o el negro con el que cada espectador culminará la determinante e inexorable interpretación simbólica de esta sabia mezcla, de este totalitario cóctel, sólo superable por los grandes confeccionadores de permutaciones, variaciones y combinaciones partiendo de los cuatro considerandos "entresijados", los que capacitan a la artista para ser artífice de los engramas simbólicos, los que siempre son parte de infinitos escenarios y darán lugar a innumerables representaciones.
Tito Manganell. Profesor Catedrático del Instituto de Santa Cruz de Tenerife (enero 2024)
No somos nadie
Cuando me acerco al trabajo de Eilyn Amores experimento algo similar a lo me sucede siempre que vuelvo a alongarme por el balcón de mi noveno piso: vértigo. Supuestamente, el vértigo no es el miedo a caer de forma accidental, sino un mecanismo mental que pone en marcha el cerebro para impedirte que, ante la tentativa, decidas experimentar qué se siente al caer desde una gran altura. El vértigo es una suerte de resistencia, un estado limítrofe entre la cordura y la sensatez racional y el impulso inmediato que no tiene en cuenta las consecuencias fatídicas.
Muchas personas estamos en ese estado de resistencia en nuestra vida más de lo que creemos. Especialmente las personas que habitamos diariamente distintos "umbrales" de representación y significación cultural en sociedades donde triunfan -alarmantemente- discursos de segregación por cuestión de género, racialidad o cualquier otra dimensión identitaria determinada por el privilegio o la opresión.
Estos
umbrales son lugares fronterizos del ser, una suerte de limbo epistémico que
nos hace replantearnos constantemente nuestra propia presencia en el mundo. Con su serie
Torii, Eilyn Amores conecta con una tradición propia de la Historia del Arte y es la representación de
la inmensidad y del instante en el que tanto el sujeto representado en la
escena como quien contempla el cuadro, experimentan el vértigo que produce
asumir nuestro diminuto "tamaño" en un total
inmenso y desbordante. Ejemplo de ello es el famoso caminante que contempla, de espaldas al espectador/a, un
gigantesco mar de nubes que Friedrich pintó a comienzos del
siglo XIX. Sin embargo, en la obra de
Amores la idea del umbral está mucho más explícita gracias a límites
definidos, formas geométricas, vacíos,
muros, agujeros y torres que habitan esos diminutos seres solitarios
Así pues, "Umbral" es una propuesta artística que reflexiona en torno a la idea de lo limítrofe, especialmente visto desde un sentido psicológico o espiritual, para cuestionar lo incuestionable, lo absoluto, lo que consideramos verdadero y, por lo tanto, sobre lo que sostenemos nuestra diminuta existencia como seres humanos. ¿Somos capaces de asumir que la vida es un estado permanente de resistencia entre distintas mfuerzas que nos empujan a actuar de una forma o de otra? ¿O por el contrario preferimos mantener la ilusión de que lo conocemos todo del todo y, por lo tanto, no existen más umbrales que abrir y traspasar? Sea cual sea la pregunta, no puedo evitar acordarme, volviéndome a alongar al balcón de mi noveno piso, de aquello que decían mucho los viejos de mi pueblo: "no somos nadie"
Daniasa Curbelo. Artista e investigadora multidisciplinar (diciembre 2023)
La cimbreante y meditativa línea de Amores
La añoranza a una era perdida enriquece mis pasos, parten en gran medida de aquel pasillo «conventual» poblado de nómadas ocultos de un Caribe calcinante. Me llegan voces de una pintoresca tribu defendiendo un fuerte de mármol de Carrara en el patio trasero de la academia. Los estrambóticos juegos marciales, sueños difusos y libertades incipientes, un hogar artístico antiguo, legendario; San Alejandro, la cálida sombra que cobijó nuestra creatividad, alternando la mala poesía y cuchicheos trascendentales con lo académico como contrapeso a nuestra rebeldía.
Las Amores, dos hermanas de casi igual aspecto, probablemente trastocadas de esas musas de escayola que nos servían de modelo, otorgaban a nuestra comunidad artística esa delicadeza y necesario contrapunto a la militancia, intentaban que adoptáramos a todo felino coqueto u horroroso que se perdía por Marianao, convertidas en el catalizador fraternal entre creadores dispares y creo, sin pecar de amistad, que lo consiguieron en gran medida.
Ahora, en agradecimiento a tanta comprensión y ternura regalada a todos los que estuvimos y estamos cerca, escribo estas líneas a Eilyn Amores y su obra madura, digamos mejor «pintona».
Atado a un cabo la línea parte de un punto de donde acometes un viaje interior monocromático, tomas aliento y expiras en un suave ritmo continuo, y con un solo trazo orgánico estructuras no solo una obra si no el conjunto de ella, como un hilo de vida. El homo sapiens es minúsculo, un punto en la montaña; de fondo escucho Gymnopédies de Satie, no das pistas al no titular tus creaciones, pero sigo embriagado por el sendero que marcan tu mano y la tinta china con la que acaricias la celulosa. Qué mira, qué espera, por qué la soledad y la inmensidad, —la busca, la desea—, nadas entre el mundo visible y el invisible, te dejas llevar hacia la creación y la nada; la masa negra es la raíz o la atalaya. Sigo escuchando a Satie, cuántas preguntas. Respiro, me sereno, tomo aliento y sigo tu línea. La soledad o insignificancia ante el universo del cual somos dioses mediocres. Juegas con la pesada Luna, símbolo de lo sobrenatural. Sentado sobre el mundo se siente el vértigo y la caída, la pausa, ¿Cuánto queda por llegar a ese sueño?, ¿o ya estamos en él? Un largo sendero de soledades y dos faros conectados por la luz de lo inalcanzable. Dos seres en tierras distantes separados por un abisal océano, ¿es el reflejo de una vida pasada?, es pesado el tiempo, lento, muy lento… pero raudo. En el formato extremo, que recuerda al grabado japonés, dibujas a un tempo constante acorde con tu respiración, dando la sensación de verticalidad, de profunda caída o inmensidad. Malabarismos del homo sapiens sobre un Torii, en la entrada a lo intangible, quedando entre dos mundos. Vuelvo a escuchar Gymnopédies para navegar sobre el delgado hilo sin fin que nos ofreces; respiro y veo tus gotas vitales encarnadas en la tinta de tus dibujos, testimonio de tu constante búsqueda o espera del Todo.
Roberto Carril Bustamante. Artista plástico. (junio 2021)
Eilyn Amores muestra en su trabajo el reto de figuras infinitamente pequeñas que se enfrentan a realidades colosales, lo que produce vértigo, zozobra en el espectador. Sus personajes ínfimos se hallan perdidos en la inmensidad, buscan asideros donde apoyarse y encontrar cobijo. Estos personajes nos hablan de la distancia que nos separa, de la dificultad para acercarnos, incomunicados por profundos abismos, oprimidos por bloques gigantescos que flotan sobre nuestras cabezas y que en cualquier momento pueden aplastarnos, Metáfora viva de nuestro vacío y del deseo de alcanzar a otros que puedan acompañarnos para no perdernos en la desolación.
Enrique Lite Otazo. Escritor. (marzo 2019)